"Cuando alguien nos refiere un sueño, no poseemos garantía alguna de la exactitud de su relato, y nada nos prueba que no lo deforma al comunicarlo o añade a él detalles imaginarios procedentes de la imprecisión de su recuerdo. Además, la mayoría de los sueños escapa al recuerdo, y no quedan de ellos en la memoria del sujeto sino fragmentos insignificantes.
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Sin embargo, debemos desconfiar de aquellos juicios que muestran una clara exageración, y es evidente que las objeciones contra el sueño, como objeto de investigación, van demasiado lejos. Los sueños, se dice, tienen una importancia insignificante.
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Dijimos entonces que cosas de gran importancia pueden no manifestarse sino por muy pequeños indicios."
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